«La comida no se tira»
1 de octubre de 2023
La generación que creció durante la posguerra (mayores de 65 años) acompañan las comidas con pan. Probablemente sea debido al traumático recuerdo que los años del hambre (1932-1952), cuando eran niños. Este fenómeno lo explica la historiadora Gloria Román Ruiz.
Se conoce gracias a la antropología que quienes sobrevivieron la hambruna de la posguerra mantienen y fomentan a las siguientes generaciones la costumbre de aprovechar las sobras y rechazar el desperdicio.
Al menos 200.000 personas murieron de inanición y enfermedades derivadas. A esos años le siguió una etapa de extrema dureza en los campos, estériles por la guerra o con una producción ínfima.
Se buscaba comida en cualquier parte y se compartía lo poco que se tenía. Las cartillas de racionamiento y los precios disparados de los alimentos obligaban a las familias a maximizar lo poco que se tenía. Además, como ya se ha dicho, esta escasez generó un trauma que generó en esta generación una predilección por los dulces.
Este trauma se fomentó en las siguientes generaciones, sobrealimentando a sus hijos y sus nietos con grandes cantidades de comidas, desoyendo los actuales consejos médicos sobre nutrición.
Esta generación valora las etapas de prosperidad sin olvidar la precariedad y la miseria, porque sería ignorar lo que vivieron.
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Una generación tocada por una tragedia que ha traído buenos hábitos, como el de no tirar nada, y malos hábitos, como el de sobrealimentarnos. Quedémonos con las sabias enseñanzas y dejemos de lado el trauma.
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